Dijo el Apóstol Mateo,

“Entonces, le llevaron a un endemoniado ciego y mudo, y Jesús lo curó, devolviéndole el habla y la vista. La multitud, asombrada, decía: « ¿No será este el Hijo de David?». Los fariseos, oyendo esto, dijeron: «Este expulsa a los demonios por el poder de Belzebul, el Príncipe de los demonios».

Jesús, conociendo sus pensamientos, les dijo: «Un reino donde hay luchas internas va a la ruina; y una ciudad o una familia dividida no puede subsistir. Ahora bien, si Satanás expulsa a Satanás, lucha contra sí mismo; entonces, ¿cómo podrá subsistir su reino? Y si yo expulso a los demonios con el poder de Belzebul, ¿con qué poder los expulsan los discípulos de ustedes? Por eso, ustedes los tendrán a ellos como jueces. Pero si expulso a los demonios con el poder del Espíritu de Dios, quiere decir que el Reino de Dios ha llegado a ustedes. ¿Acaso alguien puede entrar en la casa de un hombre fuerte y robar sus cosas, si primero no lo ata? Sólo así podrá saquear la casa.

El que no está conmigo, está contra mí; y el que no recoge conmigo, desparrama. Por eso les digo que todo pecado o blasfemia se les perdonará a los hombres, pero la blasfemia contra el Espíritu no será perdonada. Al que diga una palabra contra el Hijo del hombre, se le perdonará; pero al que hable contra el Espíritu Santo, no se le perdonará ni en este mundo ni en el futuro”.

MEDITACIÓN SOBRE LA PALABRA DE DIOS

Hola, ¿Cómo les va? Espero que las últimas palabras del Señor no les hayan causado mucho temor, ni molestia. A relajarse y a no preocuparse queridos, pequeño rebaño, porque nuestros Señor es AMOR, y sus palabras de este domingo son para los ciegos de la Ley en sus corazones, quienes rechazaron la Luz de la verdad y denegaron la luz a los ojos del pobre ciego y las palabras a la boca del mudo.
Hoy, el Hijo de Dios presentó un acto de revolución contra dioses extraños que eran adorados en el nombre de su Padre. En su discurso, Jesús desafiaba a todas las imágenes deformadas de su Padre, e invitó al mundo para ubicarse de un lado y tomar una decisión: “él que no está conmigo, está contra mí”. Entonces, vamos a elevar una pancarta pro-Jesús con los cinco títulos siguientes:
 

1- No crean en el dios que dice: “No matarás, y el que mata, será condenado por el tribunal”, sino crean en el Dios que dice que “todo aquel que se irrita contra su hermano, que lo insulta y que lo maldice será condenado por el tribunal”. Además, dice que “el hombre es la verdadera imagen de Dios, que deben venerarla antes de venerar las otras que son de madera o de papel, y que es necesario reconciliarse con su hermano antes de pedir el perdón de Dios”.
 

2- No crean en el dios que dice: “el que se divorcia de su mujer, debe darle una declaración de divorcio”, pero crean en el Dios que dice que “tu cuerpo es el templo del Espíritu Santo”, y que “el hombre y la mujer son iguales y juntos forman la imagen de Dios”. Y también crean en el Dios que dice que “el acto sexual es una acción de amor y el placer del amor está en darse mutuamente no en el egoísmo”. Además, la mujer, en María, es madre de Dios y compañera en la salvación.
 

3- No crean en el dios que dice: “No jurarás falsamente, y cumplirás los juramentos hechos al Señor”; pero crean en el Dios que les dice que “no juren de ningún modo: ni por el cielo, porque es el trono de Dios; ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la Ciudad del gran Rey. No jures tampoco por tu vida o la vida de ninguna persona o por los muertos. Cuando ustedes digan “sí”, que sea sí, y cuando digan “no”, que sea no. Todo lo que se dice de más, viene del Maligno. Tu dignidad y tu sinceridad como hombre, hijo e imagen de Dios, son la fianza”.
 

4- No crean en el dios que dice: “Ojo por ojo y diente por diente”, un tema que se aplica en la vida cotidiana por: “como me ves, te veo”; pero creo en el Dios que les dice que “no hagan frente al que les hace mal: al contrario, si alguien te da una bofetada en la mejilla derecha, preséntale también la otra. Que tu lengua sea para darle gracias al Señor y para las palabras de paz, y tus manos sean para las obras del bien, y tu corazón para el perdón y el amor”.
 

5- No crean en un dios sino, en el que su nombre es Padre: que da el pan, el pescado y el huevo a sus hijos y no piedras o serpientes. No crean en el dios que da bofetadas con una de las manos y recibe con la otra, y que él sea la fuente de ambos: el mal y el bien. No crean tampoco en el dios que castigue a los hijos por causa de las culpas de sus padres, ni en el dios que se satisfaga en el mal, alegre por los desastres, y mande la tentación para examinar nuestra fe.
No crean en este dios, ya que no es el nuestro. Nuestro Dios es Amor y “todo lo que es bueno y perfecto es un don de lo alto y desciende del Padre de los astros luminosos” (Santiago1/17). Crean solo en Dios que hizo sí mismo un servidor a su pueblo para darle a cada uno según sus necesidades. Oren solo a un Dios que es nuestro Padre y que escucha la voz de sus hijos, y está cerca de ellos, especialmente de los que están en más necesidad.

Este es nuestro Dios, que en las dificultades lo llamamos, en la enfermedad lo llamamos, en la muerte lo llamamos y en todos los tiempos nos manda el poder del Espíritu Santo para enfrentar los desafíos de la vida y para expulsar todas las imágenes e ideas deformadas sobre Dios.

Y ahora, a pesar de que no explicamos mucho, las palabras de este Evangelio, pueden leerlo de nuevo con los ojos de los hijos de Dios, y con la luz del Espíritu Santo, espíritu de la verdad que nos guía hacia Dios. Y hasta la semana que viene, donde, en compañía de el gran profeta Elías, y del gran Santo Charbel, aprenderemos de “Zaqueo”, un hombre muy rico y de muy baja estatura; cómo recibimos a Jesús y cómo aceptamos su salvación.